Coherencia

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En estos días he descubierto cuál es mi película favorita. A decir verdad, recién se ha convertido en mi película favorita, pues la he visto con mucha atención no sólo una, sino dos, tres, cuatro y ya no sé cuántas veces más: se trata de “The Sound of Music”, más conocida como “La Novicia Rebelde”. Disfruto mucho con la música, el argumento, los personajes, los diálogos…. y por supuesto el lindo paisaje austríaco.

Para quien no conoce – o no recuerda – la película, se trata de un papá viudo que contrata a una institutriz para sus 7 hijos. El papá es capitán de la marina, y trata a sus hijos militarmente…. no se permite mayores muestras de relajo o de cariño desde que su esposa murió. Así que los niños son terribles con cada institutriz que llega a la casa. Por fin aparece María, una novicia demasiado activa para una vida conventual. María conquista a los niños, les enseña a cantar y a vivir mejor…. Finalmente conquista el corazón del Capitán, el cual (también enamorado de ella) rompe su compromiso con otra mujer, mas bien materialista. La felicidad de los Trapp dura poco, pues los nazis invaden Austria, y quieren forzar al Capitán a trabajar para ellos, a lo cual él se opone…. Al final la familia termina huyendo espectacularmente, escalando montañas para llegar a Suiza, territorio neutral.

Dado que me envicié con la película, estuve indagando un poco sobre los verdaderos Trapp. Pues sí:  la película se hizo a partir de una obra teatral de Broadway, y ésta salió a partir de una película alemana, la que a su vez se filmó basándose en la historia de la auténtica María Von Trapp.

Enorme y grata fue mi sorpresa al descubrir en mi biblioteca un viejo libro: La historia de la familia Trapp… precisamente la obra escrita por María! Ahí descubro que hay varias similitudes y diferencias con la película…. pero esto no es el punto del comentario que quiero hacer aquí. No.

Hoy quiero hablar de la coherencia de vida.

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Georg Von Trapp, el Capitán, había quedado deprimido tras la guerra que hizo perder a Austria su salida al mar. Desde entonces se había convertido en un Capitán sin barco ni submarino (él solía ir en submarino…. de hecho su suegro había sido el inventor de los Torpedos!). Felizmente tenía un título nobiliario y una fortuna que le permitía vivir “de sus rentas” en su gran casa con su gran familia.

Los años han pasado, Georg y María han contraído matrimonio, han perdido sus ahorros desde que el banco donde los tenían, quebró; han debido cerrar el primer y segundo piso de su casona, y han despedido a casi todo el personal de servicio; los niños han crecido, y se han hecho conocidos por sus presentaciones musicales (mucho más talentosas que la ficticia que vemos en la película)… pero todavía hay necesidades en la casa, y no hay dinero. Sucede que un día le llega a Georg una invitación para integrar la armada del Tercer Reich: le encargaban un U-Boot…. uno de los nuevos submarinos alemanes: de lo más moderno que había en el mundo! Georg caminó ida y vuelta muchas veces, poniendo sobre la balanza los diversos factores: su bienestar y el de su familia, su realización como marino…. pero también el hecho de tener que rendirle pleitesía al odiado Führer…. al final tomó su decisión con gran seguridad: imposible. Jamás trabajaría para los nazis.

Ese mismo día, Georg y María fueron a encontrarse en la estación de tren con su hijo mayor, Rupert, que acababa de graduarse como médico en Viena. Él también traía un telegrama: una invitación a aceptar el trabajo en un hospital… reemplazando a un médico judío que había sido retirado (y trasladado sabe Dios a qué campo de concentración). Sin haberse puesto de acuerdo con sus padres, Rupert también fue tajante en su decisión: por más que la oportunidad de trabajo hubiera sido precisa, él jamás se habría sometido a los nazis… ni siquiera para saludarlos con el clásico “Heil Hitler” , que ya empezaban a oír en el hospital.

Podrán imaginar el orgullo del papá Trapp….

Pocos días después los Trapp recibieron una invitación especial: en vista de su gran talento musical se les llamaba para cantar en una ceremonia oficial: en el cumpleaños del Führer!!! del mismísimo Adolf Hitler! La familia entera se sentó a conversar… y la respuesta fue unánime: nunca trabajarían ni cantarían ni se postrarían ante este sujeto y sus huestes.

Tres negativas al Führer eran muy peligrosas… fue el verdadero motivo por el que los Trapp debieron abandonar lo poco que les quedaba: su hogar tranquilo en las afueras de Salzburg.  Pero lo que nunca perdieron fue su dignidad de hombres y mujeres libres, amantes de la paz y de la fe… cosas que no valían nada para un demente como Hitler.

No cruzaron la frontera trepando los cerros como en la película…. pero sí abordaron un tren con destino a Italia (so pretexto de presentaciones artísticas), luego se dirigieron a Londres y terminaron en los Estados Unidos, donde su odisea continuó, hasta que luego de muchos esfuerzos pudieron establecerse. Hoy los descendientes de los Trapp poseen un lindo albergue en Vermont, y están contentos porque gracias a la linda película su apellido es recordado con cariño.

Sin embargo yo siempre los tendré presentes como unas personas que fueron coherentes con sus principios.

Seguro habrían sido muy buenos Scouts!