Hace un rato estaba conversando con mi mamá y Magda. Magda es la señora que suele hacerle trabajos de costura a mi mamá. Conversar con ambas es toda una experiencia…. tan sólo presenciar una conversación entre ambas es algo excepcional. Me explico: mi mamá es medio sorda, a veces escucha lo que quiere… las otras veces cambia las palabras de modo que resultan unas frases de lo más cómicas…. y hay que tener mucha paciencia (y sentido del humor) para seguir adelante en el diálogo – por ejemplo, en vez de “hay que cerrar la reja” ella entiende “me ha dado alergia. En cuanto a Magda, es muda! Así nació, pero felizmente siguió terapias que le permiten comunicarse emitiendo sonidos guturales, bastante entendibles.
Así pues, imagínense una conversación entre “la sorda” y “la muda”! Es todo un caso! Sin embargo, se entienden a la perfección. Mi mamá trata de vocalizar lo mejor posible y Magda – luego de leerle los labios – le contesta con sus sonidos. Al final, las dos quedan contentas al llegar a ponerse de acuerdo sobre cómo hacer tal vestido, o cómo arreglar tal sacón.
Pienso en los Scouts que se rinden cuando tienen un pequeño inconveniente…. y vuelvo a pensar en Magda, la sordomuda que con mucho esfuerzo logró salir de su mundo silencioso, y hoy puede valerse por sí misma. A veces premiamos a la mejor patrulla, o al mejor scout, al que destacó por haber sido mejor que los demás… No dejemos de lado los reconocimientos por “espíritu de superación”, porque pienso que son también valiosos, quizá, hasta más valiosos que los premios normales.