Se necesita vocación

En estos últimos días ocurrieron dos cosas que me han motivado a escribir:

En primer lugar, a mi esposo le vinieron unos cólicos terribles… pensábamos que sería apendicitis, pero una ecografía reveló que se trataba de un cálculo. Ah, lo he contado así de rápido, pero en la vida real nos demoramos más de una hora para saberlo: 15 min. esperando que la ambulancia viniera a la casa (tiempo inútil, porque al final nos subimos al auto y me lo llevé yo misma, ya que la dichosa ambulancia no llegaba)…. más los 8 min. que nos tomó llegar (sin tráfico porque eran las 12 de la noche)…. más el tiempo de espera en el tópico de emergencia (como una hora) . En todo ese tiempo, mi pobre Stefan se quejaba como si estuviera por dar a luz….. golpeaba la pared, se aferraba a la almohada, se doblaba en cinco…. Para nuestra mala suerte, en el tópico estaba de guardia un enfermero. Sí. Digo mala suerte, porque tal vez sea un prejuicio de mi parte, pero al menos creo que las enfermeras son más entregadas a su labor que los hombres (aunque no dudo que haya muy buenos enfermeros! En todo caso, el que nos tocó era una desgracia!).

El hombre venía prácticamente arrastrando los pies, le pesaba la boca para responder, o para llamar por teléfono al Dpto. de Ecografías…. ni les cuento la cara que ponía cada vez que le pedía un recipiente para que Stefan pudiera evacuar lo que tenía que evacuar. No sé. Será que he visto muchos episodios de E.R., pero me parece que la gente que trabaja en un hospital o en una clínica, deben ser personas ya curtidas en esto, que no se asquean o se escandalizan de cualquier cosa fisiológica…. no como este “enfermero” que nos tocó.

Tal vez el pobre quiso ser médico, pero la cabeza (o el bolsillo) no le dio para tanto. En todo caso, optó por este camino, y pienso que debería hacerlo con más entrega. Recuerdo perfectamente a las enfermeras que me atendieron en mis tres cesáreas: hacían de todo muy profesionalmente, e inclusive varias de ellas eran muy atentas y hasta tenían buen humor. ¡Qué diferencia!

El otro suceso fue la muerte de mi perrito Tony. El pobre había sido atropellado y por eso mi mamá lo llevó volando a una veterinaria cercana de la casa… Ya que no había costumbre de llevarlo al médico, acudió a la única que conocía (y que mucha gente conoce, ya que tiene un tremendo local de venta de mascotas en una avenida super transitada). Hacía tiempo Tony había pasado por las manos de la doctora y dueña del establecimiento (cuando el muy travieso comió veneno para ratas!!!). En aquel entonces tuve que morderme la lengua para recibir el interminable sermón de la doctora – bastante joven, por cierto. Aunque curó al Tony esa vez, no dejó de caerme antipática.

Pero bueno. El perrito estaba ahora malherido y había que examinarlo, sacarle ecografía para ver si había hemorragia interna…. y debía quedarse en observación toda la noche…. S/.300 a pagar EN ESE MOMENTO. Obviamente mi mamá no tenía los 300 en el momento (¿dije que salió volando?). En vista de que no había otra salida, le dijo: Bueno pues, que se quede… pero le dejo 180 ahora y mañana le cancelo el resto. La respuesta fue tajante: “Ah no. Tiene que pagar completo, sino no se queda”.

Sin comentarios.

Después de esos segundos en silencio, preguntó qué le hacían al perrito durante la noche…. y contestaron que NADA. Nadie se quedaba vigilando. Nadie le iba a dar nada o controlar….. NADA DE NADA.

Cuando mi mamá me llamó para contarme indignadísima por la actitud de esta gente METALIZADA (ah sí, hay que decirlo: ven la cosa únicamente como un NEGOCIO y no como una oportunidad de SALVAR una VIDA)…. cuando me llamó, le dije que no lo pensara dos veces y que retirase al Tony de ahí – cosa que ya había hecho, claro! Al final Tony dio a parar en la clínica veterinaria de la Universidad de San Marcos…. que no contará con la facha de un local pituco de venta de mascotas, pero que dentro de su sencillez, se veía que había un esfuerzo de los médicos por ayudar a los animalitos. Ciertamente uno mismo debía quedarse a pasar la noche con su mascota, pero siempre había algún practicante de guardia, listo para atender las urgencias.

Del precio ni les comento…. basta saber que fue muchísimo menor que al otro lado.

Lamentablemente mi perrito debió “dormirse”. Lo acompañé hasta el último momento…. Mientras le acariciaba la cabecita, el doctor que le puso la inyección lo estuvo auscultando cuidadosamente hasta que su corazón dejó de latir. ¡Cuán diferente este doctor, que actuó con profesionalismo y – podría decir – hasta con cariño! ¡Nada que ver con la doctora del primer local!

Así que estos dos sucesos me han hecho reflexionar en que uno debe tener auténtica vocación para realizar este tipo de trabajos. No cualquiera está dispuesto a abrirle las fauces a un animal ajeno, o a recoger las heces de un enfermo. (Yo no lo haría… a menos que fuera extremadamente necesario, claro).

Al igual que estos profesionales de la salud, pienso que para ser un buen Dirigente Scout hay que tener VOCACIÓN. Claro que sí: hay que estar dispuestos al sacrificio personal, a la entrega total a los chicos, a aprender a escucharlos, a comprenderlos y por supuesto: a FORMARLOS… no se trata simplemente de entretenerlos, de enseñarles un par de nudos y nada más. ¡Cuánta responsabilidad en nuestras manos! Tenemos la misión de contribuir a la formación que los chicos reciben en sus casas y en el colegio…. tenemos la misión de hacer gente buena, gente servicial, gente líder, gente que pueda CAMBIAR el mundo! Si un Dirigente no sabía esto, y simplemente va de puro buena gente a las reuniones…. entonces es tiempo de replantearse los objetivos.

Pregúntate a ti mismo: ¿Tienes vocación de Dirigente Scout?