Hoy, hace un año, mi papá agarró su mochila y se fue al Campamento Eterno.
En unos minutos me voy al cementerio a dejarle unas flores. Ahí nos encontraremos con mi mamá, hermano y algunas tías. En la noche celebraremos la misa en la parroquia. Para la liturgia he encontrado dos textos – el padre todavía tiene que elegir uno de ellos – y además he escrito unas palabras para el final. Las comparto con ustedes en este post…
Cuando un Scout deja este mundo, decimos que ha partido al Campamento Eterno a encontrarse con el Gran Jefe, que es Dios, nuestro Señor.
Muchos creen que ser scout es ponerse un uniforme, hacer nudos y ayudar a las viejitas a cruzar la calle. Ser scout es mucho más que eso: es un estilo de vida orientado por una Promesa y una Ley: una Promesa por la que los scouts se comprometen a amar y servir a Dios, a la Patria y al prójimo; y una Ley que forma la personalidad en valores como la responsabilidad, la confianza, la lealtad, la amistad sincera, la caballerosidad, el trabajo, la honradez, la sencillez, el liderazgo, el voluntariado, el buen humor, entre otros.
Conociendo así lo que es el perfil de un scout, podemos decir que mi papi fue uno de los buenos. Y si volviera a vivir mil veces, mil veces volvería a ser scout, pues fue la actividad que más amó en su vida.
Cargando una mochila con sus conocimientos y experiencia recorrió la vida dando lo mejor de él a quienes le rodeamos: a la familia, los amigos, los scouts, la parroquia… Ustedes que nos acompañan saben cuán cierto es esto. Inclusive a lo largo de este año hay muchas personas que han agradecido lo que mi papi hizo por ellas, sin que nosotros nos hubiéramos enterado antes. Y es que la enseñanza cristiana que dice: “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” es una de las tantas que mi papi trató de seguir en su vida. En general fue un hombre brillante que al momento de hacer el bien, lo hizo con sencillez.
Hace poco estuvimos en la misa de un parroquiano, y recibimos el siguiente pensamiento: “Aquéllos que la muerte nos arrebata no son seres ausentes en nuestra vida, sino invisibles. Están a nuestro lado más que nunca, pero no los vemos porque pertenecen al grupo de los bienaventurados”. Es precisamente lo que sentimos por mi papi: Él sigue a nuestro lado, invisible, y feliz por estar gozando de la alegría y la vida sin fin. Estamos seguros de que este buen Scout se encuentra hoy cantando en la fogata del Gran Jefe.
Misión cumplida, daddy.
Hola Bettina lamento mucho lo de tu padre. Siempre recuerdo los dias pasados en tu casa de San isidro donde amablemente fui alojado y tuve la suerte de conversar con el. Te mando un abrazo fuerte desde Buenos Aires
Fernando! Qué bueno que me hayas encontrado por estos lares (a través del Facebook, supongo) … pues nos habíamos perdido la pista desde hace años. Sí, mi papi fue un tipo fuera de serie, qué bueno que pudiste hablar con él en aquella ocasión. En fin, él ya está mejor que nosotros.
Yo me acuerdo de ti cada vez que voy al supermercado a comprar fruta (melones sobre todo!)… te acuerdas que vaciamos la despensa, días antes del Jamboree Los Lagos?
Gratos recuerdos. Sigamos en contacto, amigo!!!