“Roverismo hacia el éxito” es uno de los libros que BP escribió para los Rovers. Nunca fui Rover, primero porque era miembro de las Muchachas Guías. Y segundo porque ni siquiera pasé a convertirme en Guía Mayor (el entonces equivalente a Rover en las muchachas guías): preferí continuar como Guía Intermedia hasta los 16 años, edad con la que salí del colegio y me enfoqué en la universidad. Ya más adelante me convertí en “Scouter” de Tropa …. pero ésa es otra historia.
Hoy quiero contarles un poquito más del primero de mis hijos que ha llegado a ser Rover: Gianluca. Recordarán que escribí de cuando durmió con su bordón, como recientemente estrenado Guía de Patrulla y de cuando escribió una queja a su jefe de tropa, a raíz de la actitud abusiva de unos “rovers” de su antiguo grupo scout. En dicho grupo comenzó como lobato y scout, pero luego de ciertos incidentes lo retiramos (a él y a su hermanita) y terminamos abriendo con otros padres de familia un nuevo grupo: Miraflores 51. Así que en la 51 continuó creciendo como Scout y Caminante.
En su último año de Scout tuvo la suerte de participar en el Jamboree Mundial 2015 en Japón. Como era de esperar, el espíritu Jamboree le gustó tanto, que se apuntó para ser miembro del IST en el siguiente evento mundial: Jamboree 2019 en el “Summit Bechtel Reserve” en West Virginia, sitio hermoso y enorme!!!
En el “Summit” fue afortunado porque le asignaron trabajar en los kayaks – una actividad divertida, un buen equipo humano y en una zona muy linda: lago, fresco, vegetación…. y para remate: le había tocado con Sebastián, uno de sus mejores amigos de nuestro grupo scout.
Mientras tanto, Stefan y yo estábamos acampando en un subcampo lejano con las tres patrullas que llevamos de nuestro grupo. Y entre los integrantes de estas patrullas, estaba nuestra hija y varios compañeros de su colegio que, por lo mismo, también hablaban alemán. Esto resultó ser una gran ventaja, puesto que nuestros vecinos del subcampo eran unos alemanes amigables que estaban muy sorprendidos de encontrar a una tropa peruana con varios chicos que les hablaban en su propia lengua. Así que un día conversando con Simon, el jefe, nos enteramos de que su grupo era de Munich, ¡precisamente la ciudad donde nuestro hijo mayor iría a estudiar en unos meses más! Al despedirnos, Simon nos dio su contacto, en caso de que Gianluca se animara a unirse a su grupo una vez que estuviera allá.
Un par de meses más tarde y próximos a la partida de Gianluca rumbo a Munich, le recordé que había la posibilidad de que continuara activo en el movimiento, si se acercaba al grupo de scouts que habíamos conocido. Entonces me miró con una cara de: “Ay mami…. no me fastidies”. Eso fue en setiembre del 2019. Apenas se estaba adaptando a su vida universitaria, cuando comenzó esta cosa que nunca debió suceder: el COVID. Y nos encerraron. A Gianluca no lo encerraron, pero la universidad pasó a modo “virtual”…. es decir, super aburrida, con las clases en YouTube (ni siquiera en tiempo real en Zoom).
A pesar de todo, Gianluca siguió en los Scouts: era Rover en la 51 (con reuniones virtuales)…. y (¡oh sorpresa!) al mismo tiempo era miembro del Grupo Pater Rupert Mayer, en Munich. (Exacto: aquel grupo scout por el cual me dedicó la mirada de “Ay mami… no me fastidies”). Amiguero como es, logró encajar muy bien. Así comenzó a ser un Rover alemán. Además, la gran ventaja de los Rovers allá en Europa es que pueden comenzar a dirigir a los chicos – por eso es que los Scouts europeos nos ven como “tíos” a los que ya somos algo tíos 🙂
Nuestro Rover alemán comenzó a trabajar con la tropa de los scouts menores (10 a 12 años) y esto hizo que fuera creciendo en el escultismo y madurando más como persona. Ciertamente le ha sido un poco difícil porque hay diferencias entre los Scouts alemanes y los de aquí (digamos que aquí somos más “tradicionales”) ; aparte está el hecho de que los chicos alemanes son muy distintos de los peruanos – los nuestros son más dóciles, felizmente! Poco a poco ha ido asumiendo más responsabilidades, ha tomado cursos e inclusive cuando hablamos, casi ni hace mención a sus estudios, sino que siempre anda ocupado con los Scouts. Si no es su reunión, es el campamento, es la caminata, es la organización de tal evento, etc. (O sea: se verifica una vez más cuán falso es eso de “sólo 2 horitas a la semana”).
El haber estado trabajando con sus Scouts ya desde antes de la pandemia le fue providencial: el gobierno alemán aplicó las primeras vacunas a los médicos, policías, etc…. pero también a los educadores. Y esto incluyó a los dirigentes Scouts. La otra gran ventaja es que los COVID tests eran bastante baratos, así que los chicos sí pudieron ir a excursiones si obtenían un resultado negativo al hacerse un test justo antes de salir. Por eso puedo decir que el ser Scout salvó a Gianluca de quedarse aislado en su mini departamento de estudiante. (Y mientras tanto, estos dos años tuve que romperme la cabeza para hacer reuniones virtuales de manada, que fueran muy distintas de las clases virtuales del colegio, como para que los chicos estuvieran motivados).
Al haber cumplido los 21 años, Gianluca terminó su etapa Rover. Pero ya antes de eso, nosotros lo sentíamos más dirigente, por todas las cosas que nos contaba. Gran diferencia con el tiempo en que él y sus compañeros del clan de aquí querían pedir que la etapa Rover se prolongase hasta los 23 ó 25 años (no recuerdo bien), para que pudieran seguir asistiendo como “participantes” a eventos internacionales. Por el contrario: hoy está convencido de que está bien terminar a los 21…. y también, de que los Rovers peruanos deberían tener la oportunidad de servir en su propio grupo, apoyando a la jefatura (no como responsables finales, claro, pero por lo menos para ir aprendiendo).
Sólo así, sirviendo en una o más ramas mientras que aún es un juvenil, es que un Rover podrá experimentar el movimiento desde otro punto de vista, ya no como beneficiario, sino como un joven adulto con más responsabilidad; esta vivencia le abrirá los ojos como para elegir conscientemente si desea seguir su vida fuera del movimiento Scout o dentro de él. Pero si seguimos con el plan de que el joven termine su etapa Rover para que recién decida si quiere seguir como dirigente (sin haber tenido experiencia alguna) tal vez sea demasiado tarde: probablemente su salida del clan coincidirá con el tiempo en que culmine sus estudios superiores y estará en búsqueda de trabajo. Y una vez que lo consiga, será natural que quiera algo estable, por lo que no será raro que su participación en los Scouts pase a un segundo, tercer o último plano. En cambio la experiencia de ayudar a la Jefatura mientras que aún es Rover, lo acercará más a esta labor que nos apasiona a los más “tíos” y se irá “enamorando” desde temprano de este voluntariado tan importante, como es el de formar mejores personas para nuestra sociedad. Buscará trabajo también, pero tratará de mantener a los Scouts como una de sus prioridades.
Creo que haciendo este cambio en la rama mayor en nuestro país nos ayudará a tener un mejor semillero de dirigentes (para que nos reemplacen a los “tíos”) y así podremos hablar con más razón de un roverismo exitoso.
¡Servir!